Un reproductor de música con 10 horas de batería continua y capacidad de hasta mil canciones en tu bolsillo. En 2001 era impensable, tal hecho significaría un avance revolucionario para la tecnología. Reto que fue asumido por Apple con un dispositivo en juego: el iPod.
Cuatro años después, se vendieron alrededor de 22.5 millones de iPod. Fue en pleno 2005 cuando Bill Gates anticipó que este dispositivo se volvería obsoleto y Apple no podría mantener su éxito a flote ante la inevitable llegada de los smartphones.
«Cada vez se integrarán más funciones en un solo dispositivo y esto requiere soluciones de software», fueron las palabras de Gates en una entrevista para el medio FAZ, cuando el negocio de la telefonía móvil comenzó con sus primeros pasos.
- No creo que el éxito del iPod pueda sostenerse a largo plazo, por muy buena que sea Apple. Creo que se pueden establecer paralelos con el ordenador: aquí también Apple era extremadamente fuerte con su Macintosh y su interfaz gráfica de usuario. Los consumidores quieren más opciones y las obtendrán porque hay mucha innovación en esta área.
- Bill Gates, cofundador de Microsoft
Para 2006 este gadget representó el 40% de los ingresos de la compañía. El 9 de enero de 2007, Steve Jobs presentó el futuro de los dispositivos móviles. Acceder a tu email, tomar fotos, navegar por Internet o llamar por teléfono eran sus funcionalidades, todo esto combinado con un iPod.
El iPhone vio la luz a mediados de ese mismo año y ni Bill Gates con los Windows Mobile ni el propio iPod pudieron competir contra él. Los esfuerzos de Microsoft en el sector de la telefonía móvil inevitablemente fracasaron ante la popularidad que ganó Apple con su nuevo juguete.
Aunque en 2008 el iPod generó ventas mayores a los 9 mil millones de dólares, en 2015 la compañía comenzó a focalizar sus esfuerzos en el iPhone, dejando de publicar las ventas del anterior dispositivo debido a la baja en su popularidad, dando paso a la próxima generación.
23 años después dicho dispositivo solo queda en la memoria de quienes lo disfrutaron en su apogeo, o bien como recuerdo en el fondo de un cajón. Resulta paradójico cómo alguien anticipó su fin, incluso apenas en sus inicios.